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Channel: quitandose el traje
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Cogiendo la baja

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Llevo desde el año 1997 trabajando en mi empresa. Casi quince años. En todo ese tiempo sólo he estado tres veces de baja: la primera, cuando me operé de miopía. La recuperación fue lenta y estuve unos cuantos días sin poder trabajar delante de un ordenador. La segunda, cuando me rompí un dedo en el entrenamiento de taekwondo. Tenía el brazo escayolado y, aunque intenté trabajar, resultaba demasiado incómodo hacerlo con una sola mano (probar a programar de esa forma y veréis como se pierde el tiempo más que otra cosa)

La tercera vez ha sido ahora.

He estado casi dos semanas de baja por una infección en el ojo. Mi hija, jugando, me metió el dedo y me clavó la uña. Como lo más limpio donde había metido la mano era su nariz, se ve que implantó un buen número de bacterias de todos los colores que se lo han estado pasando pipa en mi globo ocular durante unos días.

Como hasta ahora sólo había tenido tres bajas, la verdad es que estaba bastante desinformado y despreocupado con el tema. La alarma saltó cuando mi chica, el primer día de baja, me dijo:  “¿Tú sabes que los primeros tres días no los cobras, verdad?”

Pues no, no lo sabía. Y la verdad es que el tema me acojonó, porque ahora mismo no puedo permitirme perder tres días de sueldo.

Desde que nació nuestra hija en casa sólo entra el dinero que yo gano. Mi chica está de excedencia y no se reincorpora hasta principios del mes que viene. Ella había ahorrado para poder pasar una buena temporada sin ingresos. Aún así, desde hace un tiempo he soportado yo todos los gastos de la casa: comida, luz, agua, teléfono, comunidad, seguros, gasolina… unos mil euros al mes, más o menos. Además, estoy pagando la hipoteca de Almenara, que se come una buena parte del sueldo.

Hasta ahora iba resistiendo, pero desde que nuestra hija va a la escuela he entrado en una espiral negativa. Los cuatrocientos euros que cuesta el colegio han sido demasiado, y cada mes estoy perdiendo dinero. Aguanto porque mi chica se reincorpora el mes que viene y la situación se normalizará, pero tres días de sueldo podrían suponerme una pérdida de trescientos euros, y eso ahora mismo no me lo puedo permitir.

¿Qué podía hacer? Pensé que no tendría más remedio que acudir a mi empresa y que me pusiesen a hacer cualquier cosa, con tal de que no tuviese que estar delante del ordenador: repartir paquetes, limpiar el suelo… Cualquier cosa, pero necesitaba el dinero.

Lo primero que hice fue llamar a mi sindicato. Por suerte me dijeron que, por convenio, en mi caso no iba a perder dinero, así que me podía coger la baja tranquilamente. Me quedé aliviado; pero también intrigado, así que investigué un poco para ver cómo funciona el tema de las bajas.

Resulta que, cuando estás enfermo, en principio la baja te la cubre la Seguridad Social. La cobertura que proporciona es la siguiente:

  • Los primeros tres días de baja, no cobras nada.
  • Los siguientes días, hasta el día 20, cobras el 60% del sueldo.
  • A partir del día 21 cobras el 75%.

La suerte es que muchos convenios incluyen cobertura para esos tres primeros días e incluso complementos para el resto, como era mi caso.

Ese complemento no lo paga la empresa, lo pagan las mutuas. Y aquí es donde empieza la mierda: en las mutuas.

A mi me llamó la mutua de mi empresa cuando llevaba unos días de baja para que me pasase por allí a que me viese una doctora. La cosa me tocó bastante las narices: no sólo me estaba viendo ya un oculista, sino que también la médica de la seguridad social estaba certificando mi baja. No tengo ni idea de qué es lo que me hubiese dicho, porque por suerte me curé antes de que llegase el día de mi cita, pero capté la idea general: comprobar que no estuviese realizando un fraude diciendo que estoy enfermo sin estarlo.

A mi me parece bien que controlen los fraudes. Pero creo que el camino no es ese, por una razón muy simple: los médicos de las mutuas tienen un interés personal directo en darte el alta. Por lo tanto, no nos podemos fiar de su criterio objetivo.

Lo he comentado con algunas personas, y la impresión general es que los médicos ante todo son profesionales y que aunque trabajen para una mutua se van a comportar teniendo en cuenta la salud del paciente ante todo. Me sorprende que la gente pueda ser tan ingenua. ¿Os imagináis un juez juzgando un asunto en el que tuviese un interés económico directo? ¿A que no os fiaríais? Pues eso es lo que están haciendo los médicos de las mutuas.

En mi caso supongo que se trataría de un control no vinculante y que el alta y la baja estarían gestionadas por la Seguridad Social. Sin embargo, el problema viene  cuando se trata de un accidente laboral y no de una enfermedad común, ya que entonces el médico de la mutua tiene potestad para darte el alta. No sólo eso: tiene potestad para decirte el tratamiento que tienes que seguir.

¿Cómo se ha podido aprobar semejante animalada? A mí estas cosas son las que me convencen de que no estamos en una democracia, donde se gobierna para el pueblo, sino que siguen mandando los de siempre: los que tienen la pasta.

¿Creéis que los médicos de las mutuas no tienen presiones para que sus “pacientes” se curen lo antes posible? Allá vosotros, yo no me lo creo.

Las decisiones médicas no son cálculos de ingeniería. Existen criterios, formas de ver las cosas y diferentes aproximaciones a la hora de curar a alguien. Obviamente hay casos muy claros en los que un médico tiene difícil actuar de mala fe, pero el problema es en los casos intermedios. El interés económico que tienen los médicos de las mutuas hará que “barran para casa”. Ante una duda, darán el alta. Ante dos tratamientos, uno prolongado y otro agresivo que pueda hacer que te recuperes antes (aunque corras con más riesgos), optarán por el segundo. No son neutrales:  si tienes un accidente laboral y quieres seguir cobrando, tendrás que poner tu salud en sus manos. Y su objetivo principal no es tu salud, sino que la mutua gane dinero. ¿Pondríais voluntariamente vuestra salud en manos de alguien que tiene otros intereses que no coinciden con los vuestros? Yo, desde luego, no lo haría. Pero la ley me obliga.

Os voy a poner un ejemplo que conozco de primera mano, y del que me enteré una vez terminada mi baja y cuando ya casi tenía terminado este post. Mi suegra, hace unos años, sufrió dos hernias discales mientras impartía unas clases. Como era accidente laboral, acudió a la mutua. En la mutua, el médico le dijo que, o se operaba, o no le pagaban lo que le correspondía.

Mi suegra se informó y las expectativas de la operación eran las siguientes: en el 50% de los casos, podía quedar paralítica. En el 25% de los casos tendría una mejora, y en el otro 25% se quedaría igual. Ante esas expectativas… ¿vosotros os operaríais? ¿Os la jugarías a un 50% a terminar vuestros días en una silla de ruedas? Ella no lo hizo, y tras consultar con varios médicos decidió hacer rehabilitación sin operase. A día de hoy está bastante bien, aunque no lo suficiente para trabajar en deporte, que era lo suyo. Eso sí: tuvo que renunciar a las prestaciones que le correspondían, ya que no había seguido el criterio de los médico de la mutua.

Las decisiones sobre nuestra salud deberían estar en manos de cada uno. Cada persona es responsable, con la ayuda de un médico si es necesario, del cuidado de su salud. Sin embargo hemos transferido esa responsabilidad a personas ajenas a nosotros, por dinero. Toda transferencia de responsabilidad es una pérdida de libertad. Nos hace esclavos.

Yo sé que se comenten fraudes, y que debe haber cierto control. Pero en ningún momento deberían obligarnos a ceder nuestra responsabilidad a otras personas, y menos a personas que tienen un interés directo en algo que no es nuestra salud.

El tema no termina aquí. Justo antes de reincorporarme, aprobaron la nueva reforma laboral. Recordad que yo había estado casi dos semanas de baja, jodido, porque ni podía leer, ni estar con el ordenador, ni nada.

La sorpresa vino con un artículo muy majete del que supongo que ya habréis oído hablar: si estás nueve días de baja en dos meses, a la puta calle con veinte días por año.

El primer día que me incorporé lo pasé mal. Me costaba trabajar, se me irritaba el ojo. Quería reincorporarme porque me estaban esperándo para terminar un tema urgente. Pero claro: ¿y si tenía una recaída? Si volvía a coger otra baja, mi empresa podría despedirme por cuatro duros. Que sí, que lo más probable es que no lo hiciesen, pero no me la quería jugar que el tema está muy mal, y estas cosas las decide gente que no te conoce de nada.

Si no hubiesen aprobado la reforma, me hubiese quedado tranquilo: probaba un par de días, y si el ojo se me ponía peor podía coger otra baja. Sin embargo, con la reforma, jugarme una recaída me ponía en una situación muy peligrosa. Esto hizo que intentara “anular el alta” y cogerme unos días más de reposo, por si las moscas. Al final no lo hice (porque no pude), pero es para que veáis cómo una reforma que se supone sirve para aumentar la eficiencia puede llevarte a alargar una baja más de lo que harías en otra circunstancia, y todo ello actuando de buena fe.

¿Qué haré cuando me vuelva a suceder algo así? Lo primero, le diré a la médica que no me encuentro bien del todo y me dejaré de problemas: no me la voy a jugar, que se fastidie la empresa y que me esperen unos días.  Además, si puedo pasaré mi enfermedad como accidente laboral (otro fraude al que me obliga esta maravillosa reforma) En vez de decir que fue mi hija la que me metió el dedo en el ojo, diré que me entró algo cuando iba en bicicleta a trabajar, lo que supone un maravilloso accidente “in itinere”. Y así siempre que pueda, puesto que los accidentes laborales no cuentan para esa causa de despido. Luego ya me las veré con la mutua. Puedo directamente no tomarme el tratamiento que ellos me manden, que es lo que hace más de uno que conozco cuando se ha visto en estas tesituras.

En fin chicos, para que veáis cómo está el patio de las bajas. Cuidaros mucho y no os pongáis enfermos, que la cosa está muy mal.

Ahora ya estoy otra vez a tope, así que a ver si me pongo al día con todos los posts que tengo pendientes. He echado de menos el no haber podido escribir en el blog.


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